ME SIENTO BIEN PERO ME SIENTO MAL

Antes, me agradaba mucho el olor de mi casa cuando llegaba del trabajo. Era un olor a ausencia, a vacío, a mí.

Cometí un error al compartir mi piso. Claro, no me va mal que Yolanda me pague un dinerillo, pero el coste es alto. Y no es que me sea antipática, no, simplemente me gusta más estar sola. O tal vez es que ya estoy muy acostumbrada a ello. Además, no sé cómo hace esa tía, come lo que un regimiento, duerme todo el día, no hace ejercicio y está delgada como flauta. Nunca debí dejar de estudiar piano, soy una tonta. Tan bien que iba. ¡Joder! Debo quitar este espejo de aquí, es casi una agresión cada vez que se pasa frente a él. Uno de mis propósitos para el año entrante será bajar de peso. No como otras veces, ahora sí que lo haré en serio. No entiendo cómo me complico sola, si es tan fácil. La vida debería ser como el curro, se hace lo que se tiene que hacer, se cobra por ello y punto, ya está.

Un síntoma claro de la inteligencia humana es la capacidad de poder evitar las tentaciones. ¿Será que estoy pensando estupideces? ¿Los animales tienen tentaciones? Porque las mujeres estamos hechas de la tentación. Es más, somos la esencia de la tentación. Me siento bien. Me gustan los viernes, sobre todo, aquellos en los que una es libre y puede planear a su aire. ¡Hay tantas cosas que me apetece hacer! Uf, es tarde ya, no he comido nada desde el desayuno. Bah, qué mentira, si comí como cerda a mediodía, pero a veces me conviene que se me olviden cosas. ¿Pasará lo mismo con los hombres? ¿Serán igual de tramposos que nosotras?

Pizza, definitivo. La hamburguesa me apetece, pero la pizza gana en esta ocasión. Con doble porción de queso y de las más grandes, de pepperoni y anchoas, con muchísima cebolla, que yo misma cortaré en casa. Pocas cosas en esta vida me gustan tanto como la cebolla. Siempre he tenido debilidad por las anchoas también. ¡Ja! Prefiero las anchoas a las delgadoas. ¡Joer, que ando de un simpática…! Una cocacola light de dos litros y una tonelada de helado de vainilla. Tendré que pasarme por el videoclub, quisiera ver un buen par de pelis esta noche, sin Yolanda, ¡y sin Eduardo!, qué maravilla, debo festejar que este viernes haya decidido ir a la playa con su familia. ¡Qué descanso! Tendré mi propia orgía de pizza, helado y cine. Pensar que el viernes de la semana pasada estuve más de dos horas contemplando como estúpida mi diploma recién enmarcado, vaya manera de perder el tiempo. No sé si esperaba que cobrara vida y me felicitara o que se colgara solo en la pared. Pero este viernes será otra cosa, aún no lo decido, pero me lo prometo. Tal vez me quede en casa, tal vez no. ¡Habiendo tanta faena, me faltan exámenes para calificar. Por lo pronto, me tumbaré en la cama, ya veré después. Coño, están tocando a la puerta, ¿a quién se le ocurre venir a joder a esta hora?

Tengo hambre. Yo sabía que no debía comprar este piso, los vecinos me han visto cara de supermercado de emergencias para la fiesta del viernes por la noche.

Qué mala suerte, ¡carajo! Eduardo, se supone que te irías a la playa por el fin de semana, ¡no me jodas, macho!, ¿qué no tienes nada interesante qué hacer con tu vida? Está bien, coño, ya voy, te abro. Este cabrón ya me fastidió la noche. Ojalá y se marche rápido, no estoy de humor para recibir visitas. Debí quedarme más tiempo trabajando en la universidad, ¡con tantas cosas qué hacer! Qué puta suerte, de haber sabido que el tío no se va a la playa, ni me aparezco por casa.

Hola, macho. ¿Cómo estás? Sí, ya vi que te has quedado, y no creas que me hace gracia. Ni pienses que te quedarás a pasar la noche aquí, ¿vale?, mañana tengo ocupado todo el puto día, no es mi culpa que no estés la mami. ¿No te vendría bien marcharte, aunque sea sólo un par de días? Joder, Eduardo, tú también necesitas descansar de mí. ¿De qué coño te sirven los amigos? Apenas me puedo apañar un fin de semana para mí sola y decides quedarte a fastidiar mis planes, no es justo. Bah, es lo que hay. Tendré que ofrecerle algo de beber, la verdad es que el tío viene en buen rollo, soy yo la que estoy insoportable, no tenéis que decirlo. No sé ni cómo me aguanto. Yolandita, ni creas que te escapas, ¿vale? Venga, aquí te quedas, si no, el tío se pone meloso y no hay quien lo pare. Debería coger dinerillo de mi bolso, dárselo y enviarlo con una puta, le quitaría lo caliente y dormiría en su cama como angelito y a mí me dejaría en paz. O Yolanda tal vez quiera hacerme el favor y atenderlo. No, eso no. Ni muerta. ¡Ja!

No me gustan los muebles que he comprado para mi piso, no sé en dónde tenía metida la cabeza cuando los elegí. Yo tengo la culpa, he maleducado a este hombre. Uy, de verdad me apetecería comer algo, pero a solas. Carajo, para algo hay un salón, tío, ¿quién te dijo que podías ir directo a mi habitación? ¿Qué crees que vas a encontrar ahí? No sé para qué me hago tonta, sé a lo que viene y que no podré decir que no. ¡Ah, nosotras las mujeres y vosotros los hombres! Lo único que me queda claro es que es mi culpa, yo lo malenseñé, yo lo maleduqué, ahora me aguanto. Mierda, la imbécil de Yolanda ya se encerró en su habitación. Ni hablar, no va a haber poder humano sobre la tierra que le impida echarse su polvito del viernes. Hace tiempo que no le doy atención, seguramente va arañando las paredes. Ni qué decir, a follar, pues. Es lo que hay.

¡Uf!, que estoy necesitando una dieta, qué cantidad de grasa me cubre el cuerpo. No debí comer tanto esta tarde, las tetas me llegan al ombligo, joder. Tengo que admitir que cada vez está más guapo este tío, no le viene mal la edad. Me gustan esas canas que le han salido en las sienes. Lo malo es que es hombre y se llama Eduardo. Bah, si se llamara Francisco o Lituardo sería lo mismo. Supongo que los viernes habrá servicio de noche en la pizzería. Qué sonrisa tan idiota que tienes, tío. Si yo fuera tú, usaría máscara para no andar provocando lástima a mi paso. Una de las cosas que siempre me han gustado es la manera cómo me tocas y tu olor; bueno, tu forma de besar no es mala tampoco. Lo que echa todo a perder es que eres tú.

Qué flojera me da este ritual. Tantos años de fingir placer, ¿para qué? ¿Qué se gana una? Años. Es lo peor que hay para una mujer, los años. Me dice mi madre que caigo en el más común de los lugares pero qué fácil la tenéis vosotros los hombres. Sólo debéis meter vuestro asunto en el nuestro, descargar vuestra indiferencia, vuestra estupidez, vuestro puritanismo, vuestra ranciedad, vuestra podredumbre y… a dormir. Lo que es tener la puta conciencia tranquila. Más abajo... más abajo... Eduardo, entiende, joder, ten cuidado, hombre, no seas tan brusco... imbécil, más abajo, te estoy diciendo... me has lastimado… ¿qué tanto esfuerzo te cuesta ponerte en el lugar de una mujer? Me cago en tu putas manos, pareces mecánico de barrio. Creo que me apetece más una hamburguesa con queso y patatas fritas que la pizza. Allí no, so tonto, que me duele... coño, no tan fuerte... animal… ¡Joder! A ver si te das prisa que yo ya casi terminé. ¡Cómo sois lentos vosotros los hombres!

¿A quién pretendo engañar con eso de “yo ya casi terminé”? Soy capaz de hablar tres idiomas, he viajado por medio planeta, me gradué con honores sin haber asistido ni a la mitad de los cursos, soy capaz de mantener en equilibrio a casi todo el departamento de sociales en la universidad, soy capaz de lidiar con la enfermedad de mi madre y la inutilidad de mi padre, soy capaz de hablarle de frente al estúpido de mi jefe y hacer que se disculpe, pero… ¡no soy capaz de tener un puto orgasmo! No me engaño ni a mí misma. ¿Será que el famoso orgasmo es una alucinación de género? Yo creo que las mujeres, cuando se sienten irritadas del coño y se hartan, es cuando sienten los dichosos orgasmos, que no son otra cosa sino irritaciones vaginales. ¡Ja, ya terminé! Vaya que estoy hambrienta, ¿habrá algo preparado en la nevera? Vaya, vaya, Eduardo, esto... esto está de puta madre, ¿quién lo diría de ti? ¿Dónde has aprendido el truquillo ése, eh? ¿Tienes alguna amiguilla por ahí, desvergonzado? Porque esto no te lo sabías, es nuevo. Sigue, así... mmm... uhhh, qué bien... mmm... no... ¡Eduardo, no seas estúpido! ¡Ibas bien, joder! ¿Qué te pasa? ¿Estás consciente de lo que acabas de interrumpir, tonto? Oye, no soy coche para que me pulas así. ¿Quién leches te dijo que me tocaras allí? Me duele, idiota, aprende a ser caballeroso... ¿qué no ves que estás follando con una graduada, que se le quitó lo asustada y se puso avispada cuando, de madrugada, en la encrucijada de su edad más aventajada, fue terriblemente violada por un hijo de la gran puta? Vio-la-da, tío, tal como lo oyes, así que con más cuidado. ¿Ah, qué, eso no lo sabías?

El cabrón que me violó ya se murió. Debe de estar enterrado en un pantano de mierda podrida allá por las colinas más sucias y alejadas del desierto, junto a las ratas muertas de la más miserable de sus putas calles. Miserable. Lo han de haber engullido los perros que se orinaban sobre su tumba abierta al aire libre, infeliz, a ése no se lo han comido los gusanos porque a los pobres animalillos les ha dado asco. Eduardo, ten más cuidado, por favor, no seas insensible... ¿quién te dio permiso de meter tu puta lengua allí adentro? ¿Qué no ves que no quiero? Eso no-me-gusta, ¿cuál es la parte de ahí no que no te ha quedado clara? Vosotros sois de lo más estúpidos, os tomáis tan en serio eso del no sé qué lingus, ¿qué no sentís asco? ¡Joder, que por allí se orina también!

El que me violó ya se convirtió en mierda de rata y debe estar pudriéndose en algún desagüe. ¿Hasta cuándo no hará algo el maldito gobierno para eliminar de un solo disparo a todos los violadores del país? Tan fácil, tan sencillo… ¡pum!, adiós, el que sigue. Uno por uno, formados como funcionarios en día de pago, deberían exterminar esa raza. Sí, lo sé, lo sé, nene, me quieres mucho y toda la cosa, yo también te quiero, pero coño, date prisa, por favor, ya me cansé. Mierda de rata nunca muere. Uhhh... vaya, cabrón... eso sí, mola... mmm... sí sí sí... ¡sí...! qué rico... sigue... mmm... más... más... uhhh... ¡ahhh!... ¡Uhhh!... más... ¡coño! ¡más! Uh... ¡Aaaaaaahhhhhh! ¡No me jodas!, se me ha ido otra vez. Me voy a cambiar de posición, que me he acalambrado.

Orgasmo… esas cosas que se nos están negadas a las mujeres. ¿Por qué será que vosotros, los tíos, os corréis siempre y nos inundáis con vuestro asqueroso líquido maloliente, y las tías tenemos que hacer mil y un trámites ante nuestra conciencia para obtener apenas un leve esbozo de lo que podría ser un orgasmo? ¿Es eso justo, eh? Orgasmo, organización, órgano, organismo; orgasmo y orgía; orgullo, eso es, orgasmo con orgullo, ésa debe ser la razón, para nosotras el orgasmo debe ser un acto de dignidad, de orgullo, de superación. Si sólo me pudiera comer una tarta de chocolate. Date prisa, tío. Yo me desinflé. Qué mal, chato, se supone que eres majo. No tengo tu tiempo, ¿sabes?, tengo muchísimas cosas mucho más importantes qué hacer. Orgasmo organizado. ¡Ja! Orgullosamente orgiástico. Nunca he estado ni estaría en una orgía, aunque soy muy organizada y mi organismo está básicamente bien. ¿Cómo coño será un orgasmo? Es otro de los inventos machistas. Eduardo, por favor, tengo muchas cosas qué hacer y tú aquí, dale que dale, ya me cansé, ya córrete, haz algo y vete, por favor, me estás torturando. Orgánico, como el comité central del partido, orgánico, organizado, pero lo más lejano del orgasmo, el cual viene a ser una fantasía al interior del partido. ¿Orgasmo o partido? ¿Orgasmo u organización? Qué poco orgánico resulta ser el orgasmo.

Si al menos me pagara por esto, la cosa no sería tan desagradable. Como Irma, mi amiga, ella sí que es inteligente. No se enrolla con su novio a menos que la lleve a cenar, y jamás deja pasar un viernes, como hoy, sin un par de zapatos o un atuendo nuevo. ¡Joder!, la suerte que tenemos algunas. Y tú, súper hombre, mejor te vistes, te pones de pie y nos vamos cada quien a su respectiva vida, pero como yo vivo aquí, pues que se marche el que se tenga que marchar, no vaya a entrar la entrometida de Yolanda, ya oí que anda por ahí. Si no me hago respetar por ella, luego no la podré controlar. Así sois de igualadas vosotras las chavalas, tía, les tiende una la mano y os tomáis el pie, la cadera y lo demás. Lo siento, se te acabó el turno, campeón, si no te corriste, pues yo tampoco, así sabrás un poco lo que se siente. Coño, en verdad estoy engordando mucho, tengo que hacer algo al respecto de inmediato. No me había dado cuenta del culo astronómico que ya tengo. Debería hacer ejercicio. Tengo las tetas de horror. Aunque me esté muriendo de hambre, me limitaré a una ensalada de pepino con lechuga y limón, sí señor. Ya casi no me entran estos pantalones. Una Graduada en Sociología no se puede dar el lujo de andar sobrada de peso, si no, luego los machos tomáis ventaja de la situación. Si ya sabéis dónde nos duele más, qué cabrones. Además, eso de estar delgada es una trampa. ¿Y si quiero estar gorda a reventar? Muy mi problema y muy mi decisión, no caeré en la ridícula tradición de verme bien para los machos de mi entorno.

Quiero ir a cagar pero este tío no se va. A ver, macho, es hora de ir a ver la televisión a tu casa, que ya es tarde. Inventaré que me siento mal. No, mejor no, se quedaría a cuidarme y ya no lo saco de aquí hasta mañana. Mejor le diré que tengo que salir. No, no tengo coche y querrá llevarme, como el idiota no tiene nada qué hacer… mejor le diré que está al caer mi madre. ¡No, cómo se me ocurre! Se quedaría a saludarla. ¿Y si le digo que me debo dormir porque mañana debo madrugar? ¿Estás loca, tía? ¡Qué tonta! Es capaz de tumbarse en mi cama. Mejor simplemente le pido que se vaya. ¡Uf, qué difícil! Me sabe mal, es lo grave. Coño, qué dilema. Y el tío no se entera. Joder, ya se echó. Sólo falta que encienda el televisor, mejor lo desconecto sin que se dé cuenta. Eduardo, hombre, ya follaste, qué más quieres, ni creas que me voy a poner otra vez. Ya vete, por favor, te lo suplico, es que sí necesito ir a cagar.

Pobre tío. La verdad es que es buen tipo. Un poco imbécil, pero buen tipo al fin. No entiendo por qué me aguanta, si lo trato con la punta del pie. Es lo malo, ¿no? Una suele estar confundida. Se supone que sois los hombres los que nos utilizáis a nosotras, las mujeres, pero en el caso del Eduardo es al revés.

How can you mend... a broken heart... how can you stop the rain from falling down... how can you stop... the sun from shining... what makes the world go arouuund... he hey.... diablos, sí que estoy tapada, joder, no sale la mierda, esto me pasa por ir de puerca. Debería ir a la cocina a servirme cereal, de ese con mucha fibra. O un laxante. No, mejor no, luego no me levanto del retrete en tres días. Creo que ahí viene. Uhhh... hostias, no, falsa alarma otra vez; ya se fue a esconder a la más profunda de mis entrañas, ¿dónde he puesto el Hola?

¡Por fin! Parece que ya cedió. Esto es peor que parir, aunque eso ni lo conozco; malditos hombres, a ellos no les cuesta trabajo, apestan los cuartos de baño y orinan de pie, no conozco uno solo que tenga problemas de estreñimiento, ¿por qué todo lo mejor de la vida es para ellos? Por fin, creo que quiere salir. Me está doliendo mucho, tal vez estoy sangrando. ¡Se me abren todas las entrañas, que me cago en la hostia! Me desgarraré, Dios Todopoderoso, te juro que ya no haré cochinadas, pero dame alivio, ¡no me tortures de esta forma! Me estoy poniendo morada, azul, amarilla, de todos colores. No sale nada, pero qué feo huele. Ugh, al fin, creo que salió completo. Me viene tan mal eso de andarlos degollando, luego se esconde la parte de atrás y se regresa. ¿Por qué demonios no me da diarrea? Siento cómo me resbalan las lágrimas como si estuviese llorando y lo peor del caso es que yo, vuestra amiga, graduada en Sociología, nunca llora. Si me diera diarrea me tardaría más, pero me dolería menos. Me están ardiendo las hemorroides. Me voy a poner crema. ¡Leches! Ya no hay papel, es culpa de Yolanda.

Por fin, me voy a dormir. Qué día, joder. De lunes a viernes, de sol a sol, no hay cambios. Es lo que hay y es lo que habrá. ¿Siempre? No lo sé y en estos momentos, no me importa, Lo único que quiero es dormir, dormir y dormir más. Mañana es sábado, dormiré todo el día. Y el domingo ya veré, se me ocurrirá algo, me gusta ser mujer de impulsos. Me siento bien, pero me siento mal. Soy débil, no lo niego. No sé ni lo que quiero. Debería pensar antes de actuar. Todo es tan claro después de que una mete la pata, pero antes, la espesa niebla nos ensombrece la visión, nos entorpece el camino y no nos deja ver nada. De verdad, es tan sencillo. Me siento mal, pienso en Eduardo. Si pienso en Eduardo, acepto verlo y viene. Si viene, se pone empalagoso, no es que sea malo, es hombre. Si se pone empalagoso, se pone muy necio, y si se pone muy necio, me da rabia. Y si me da rabia, me da culpa, y si me da culpa, follamos, aunque yo no quiera. Si follamos, aunque yo no quiera, me estriño. Si me estriño, me desespero y hago esfuerzos. Si hago esfuerzos, me da jaqueca. Si me da jaqueca, me hincho. Si me hincho, todo me duele más. Si todo me duele más, tomo medicamentos. Si tomo medicamentos, me contamino. Si me contamino, me contradigo. Si me contradigo, me enfado. Si me enfado, me angustio. Si me angustio, me paralizo. Si me paralizo, me deprimo. Pero si me deprimo, me bloqueo. Si me bloqueo, me estanco. Si me estanco, me subestimo. Si me subestimo, me desprecio. Si me desprecio, me odio. Si me odio, pierdo la dirección de mi vida. Si pierdo la dirección de mi vida, me dan ganas de morir. Si me dan ganas de morir, pienso en Eduardo. Si le hablo, tengo que aceptar verlo, y si acepto verlo...

Si lo veo, mal, si no lo veo, también. ¿Quién me entiende? Es la historia de mi vida. Aunque me sienta bien, me siento mal. ¡Joder! ¿Estará abierta la pizzería?

1 comentario:

Karina Roldán, alias Mariposa dijo...

Raúl, es genial! No paras de principio a fin.
¡¡¡Pobre mujer!!!! Su vida no te da respiro tampoco y es totalmente acelerada la manera en que habla de todo, expone su miseria humana.
Da para un monólogo teatral, es buenísimo! Me encanta, sigo leyendo otros y no se si queda este comentario, el anterior se borró, ufa....
Te felicito, hay algún libro tuyo publicado?? Besotes alados!
KARINA