05. EL RECADO

Esta mañana, al llegar a mi oficina, me he encontrado sobre el escritorio, una nota dirigida a mí, invitándome a una reunión de empleados que se llevaría a cabo en un par de días, para celebrar el aniversario de la compañía. La nota estaba firmada por Sue, la chica (hermosísima, por cierto) que trabaja tres pisos arriba del mío y que con seguridad no sabe quién soy. Pero lo curioso de la nota, es que era extremadamente cordial, cariñosa. No soy tonto (no tanto, al menos), y pese a que tengo los pies bien puestos en el asfalto, puedo distinguir cuando alguien coquetea con una nota. Malditas costumbres de los gringos y sus celebraciones. Por mi nombre, Sue se ha de imaginar a alguien tipo Alejandro Fernández.

Pero por otro lado, sentí un calor especial. Si Sue supiera que soy un horrendo gigantón soltero y poco codiciado, de cuarenta y muchos, que paso la vida entre esta horrenda oficina en el piso 22 de un edificio de 34 pisos en la novena avenida y la cuarenta, que mi salario anual está muy lejos de las seis cifras, que tengo un problema de rodilla que con este frío hace que me duela como si me clavaran un taquete, que tengo pendientes dos endodoncias y que no me las he hecho por falta de dinero, que fumo, y rezo, que bebo todos los días a solas en el bar del alemán y que no espero absolutamente nada de la vida... entonces, Suee tal vez no hubiera escrito su amable invitación.

De todas maneras, gracias Sue.

1 comentario:

Mercedes Ridocci dijo...

Pero que ternura desprende este personaje. Seguro que si Sue entrara en su alma se enamoraría de él.