Peggy L. Martínez es buena persona, me gusta mucho su sonrisa. Tiene unos 35 años y hace un año se divorció. Fue una tragedia dramática en la oficina, pues resulta que su marido, Scott, un canadiense tranquilo y silencioso, resultó ser homosexual y vino a descubrirlo después de varios años de casado con Peggy. No tienen hijos. Han de decir que quién soy yo para andar divulgando las intimidades de otros, pero bah... a estas alturas, qué más da. De mí hablan hasta lo que no y creo que a Peggy le hace bien que se hable de su situación, ella misma lo hace en los chats a los que entra. porque aquí entre nos, Peggy chatea mucho. Ya le he dicho que haga su blog, le pareció gracioso.
Últimamente, Peggy me pone nervioso. Ha adoptado la costumbre de no usar sostén. Cuando está en la calle no se nota, pues va muy abrigada, pero en la oficina, cuando se quita abrigos y suéteres, se nota muchísimo. Sé que no soy el único al que le tiemblan las piernas.
Pero no me hago ilusiones ni me hago expectativas.
1 comentario:
Pero como le trae Peggy. Está bien, es un consuelo aunque no se haga ilusiones.
Estoy pensando si no estaré leyendo esta historia al revés. Se me ha ocurrido pensar que quizá empiece por abajo y no por arriba.
Bueno, un día que tenga tiempo lo investigaré,
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