Al amigo desconocido que me pregunta la razón por la que estoy en Nueva York le  diré que es complejo. Cuando estaba estudiando la carrera de contaduría,  en el Poli, me enamoré perdidamente de la amiga de una vecina. Esto  ocurrió hace muchos años ya. Ella se llama Ana y para mí era la mujer  más dulce, tierna y hermosa del planeta. Way out of my league, dirían mis compañeros de oficina.
No  soy el tipo galán. Tuve pocas novias en mi juventud y digamos que ya  estoy presumiendo. Empecé a salir con Ana y en poco tiempo nos hicimos  novios. En su familia no me querían mucho, pues la madre de Ana decía  que mi futuro era parco y gris.
Pasó un año y medio. Yo estaba  muy enamorado de ella y creía que ella lo estaba de mí. Formábamos una  pareja extraña, pues ella es chiquita, mide 1.55 y yo soy muy alto.
De pronto, el  padre de Ana recibió una cantidad fuerte de dinero y abrió un  restaurante en San Antonio. Quería hacer una gran cadena de comida  mexicana en Estados Unidos. Yo estaba terminando la carrera. Me ofreció  la contabilidad del local con la condición que me casara con su hija.  Claro, faltaba que ella aceptara. le propuse, me dio el sí, y fijamos  fecha para la boda. Pero tuvimos que marcharnos a San Antonio antes de  casarnos, donde después de algún papeleo, y gracias a Larry, un amigo abogado, logré legalizarme y empecé a  trabajar para el restaurante.
Muy poco me duró el gusto. A los  pocos meses de estar ahí, descubrí que Ana tenía otro novio, se llamaba  Gonzalo. Era su novio de la secundaria. También me ponía el cuerno con  David, el encargado general del restaurante de su padre. Y ocurrió lo  que tenía que ocurrir: me mandó por un tubo.
Yo estaba decidido a  regresar a México pero Larry me consiguió un trabajo en  Manhattan que según él, me ayudaría a salir adelante y a olvidar mis  penas. Acepté y desde entonces aquí estoy. No ha cambiado nada mi vida  en todos este tiempo.
Hace poco, me topé con Ana en la calle.  Ella estaba de paseo en Manhattan y yo iba rumbo a mi casa. Habían pasado muchos años, ella se casó (no sé con quién, pero no fue ni  con David ni con Gonzalo), tuvo tres hijos y se divorció y estaba  residiendo en México. Yo tenía poco (o nada) que contarle. No contuve la  curiosidad y le pregunté: ¿Porqué me engañó, porqué me botó?
"Eres aburrido", me dijo. Entonces le pregunté porqué había aceptado salir conmigo en un principio.
"Estaba aburrida", fue su respuesta. Enorme el lago entre el ser y el estar.
Saludos, amigo desconocido.
 
 
1 comentario:
Muy, muy bueno.
Me ha encantado
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