04. ¿CÓMO LLEGUÉ A CASA?

Ayer fue un día horrendo. Me peleé con harold, porque cada vez que él mete la pata, busca un cristiano inocente que pague sus platos rotos y me tocó a mí, pero para su pésima suerte, me encontró de malas. No soy un tipo peleonero, nunca lo he sido. Soy devoto de la Fe Cristiana y creo, ante todo, en la paz y en el amor. A pesar de la soledad en la que vivo, me siento bien y en paz. Pero tampoco soy el tonto de nadie y menos de harold. Se le olvidó subir información crucial a la base de datos, los reportes que le habíamos entregado desde hacía varias horas. Como se pasa el día conversando, haciéndose el interesante y rumiando sus imbecilidades, tiene pocas presiones. Ayer lo regañaron, pues hubo un caso que ya inició juicio y se necesitaban todos los reportes autorizados.

Me explico un poco. Nosotros, los capturistas, la perrada pues, subimos la información que nos dan los investigadores, ya ordenada y categorizada, a la base de datos central. Pero harold, quien es nuestro supervisor, debe "autorizar" dicha información y lo tiene que hacer mediante una contraseña, que sólo él tiene. Ayer se le olvidó y vino a reclamarme que por mi culpa lo habían regañado. Imbécil. Le expliqué que mi trabajo estaba bien hecho y le expliqué el suyo y fui muy claro en detallarle en dónde se había equivocado. A pesar de que él sabía perfectamente quién había metido la pata, frente a todos me dijo... "espero que sea la última vez que se equivoca, Mr. Hernández"

Me enfurecí. A la hora de salida, se me pasaron las copas en el bar del alemán y sólo recuerdo quedarme dormido en la barra. El alemán es buen amigo, nunca se mete conmigo, no me dirige la palabra, pero no me molesta y siempre me ayuda. Sin saber cómo, amanecí en mi casa. ¿Quién me llevó? Sólo Dios sabe. En fin.

1 comentario:

Mercedes Ridocci dijo...

Consigues que el lector se haga cómplice del personaje, diría que es un antihéroe?,y creo que todos lo somos, de ahí esa complicidad de la que te hablo.

"Continuaré"