No. Ni  lo había pensado, pero es grato saberlo. Me lo prometí y lo cumplí. Hoy  es viernes, bendito viernes. Mañana iré a Central Park pues hay un  desfile de charros mexicanos. Últimamente me han entrado deseos de  regresar a México, pero... ¿a qué? ¿A trabajar como agente de seguros?  ¿A vender libros? ¿De teleoperador? ¿A poner un puesto ambulante de  comida afuera del metro Tasqueña? No, mejor me quedo aquí.
Comparo mi  alegría por seguir vivo con la imagen de los maniquíes maniquíes desnudos que a veces vemos en los escaparates de las boutiques al caminar. Y es que así soy, hecho a pedazos. Por  cierto, hoy también vi a mi compañera de trabajo sin sostén. Se está  haciendo una muy agradable costumbre.
Tengo  la firme esperanza que harold se enferme la semana que viene. Le he  jugado una broma. Durante días, reinicio mi computadora e inmediatamente  después le ofrezco un caramelo. Se acostumbró al sabor dulce con el  sonido que hacen las compus al reiniciarse. Hoy lo hice de nuevo, pero  no le di caramelo. Se me quedó viendo con una cara de gaznápiro pidiendo  a gritos su caramelo. Es un tarado.
 
 
1 comentario:
A medida que conozco más a este personaje, más me gusta. Me encanta que hoy no se suicidara y haya gozado de esos pequeños placeres, y más aún de la broma que le ha jugado al "tarado" de harold
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