12. DE COMEZONES Y COSQUILLAS

¿Alguna vez han sufrido de una comezón intensa sin saber dónde rascarse, como si la comezón fuera interna y no hubiera manera de llegar a su fuente? Pues anoche no he podido dormir por eso. Estaba por quedarme dormido cuando sentí la comezón por primera vez. Según yo, la comezón era en un pie. Suelo dormir con dos pares de calcetas gruesas (soy de manos y pies muy fríos) y la comezón era lo suficientemente molesta como para tomarse la molestia de quitarse las calcetas y rascarse.

Pero al rascarme, la comezón estaba en una pierna. Me rasqué el pie y la pierna y la comezón se trasladó a la cadera. Me empecé a desesperar y claro, me lo tomé a personal. Casi le veía la cara a la comezón. Me la imaginaba como un Gremlin con expresión diabólica riéndose de mí. Al poco rato, estoy como loco, persiguiendo la comezón por todo mi cuerpo a dos manos. Si alguien me hubiese visto desde el exterior, hubiera llamado a los loqueros, imagínense a un tipo, en pijama, despeinado, semidormido, en tremendo bailongo nocturno rascándose por doquier.

Mi abuela decía que el mejor remedio para curar esas cosquillas anónimas era tragando saliva, así que además de la danza de las siete manos, ahí estoy, tragando saliva y haciendo pucheros, aunque sirvió de poco. Finalmente, la comezón se hartó de hacerme sufrir y se fue, pero ya no me pude dormir. Lo pero del caso, es que es viernes y me toca hacer el resumen de enero de los listados que debe firmar Harold (en efecto, me reconcilié con la H de su nombre, al menos por un tiempo).

What a drag!, dirían los neoyorquinos.

2 comentarios:

LaCuarent dijo...

Por lo menos te rascaste que ya es algo.
Saludos

Mercedes Ridocci dijo...

¿Comezones? Hasta en las mejores familias.

Una descripción muy simpática.