15. MIÉRCOLES DE OTRAS CENIZAS

08:24 AM
Entro a la oficina. Cuelgo mi abrigo en el armario y me dirijo a mi lugar. Me siento. No ha llegado nadie aún. Enciendo la radio y mi computadora.

08:33 AM
Voy al baño. Los grandulones también hacemos pipí.

08:37
Al regresar del men´s room, me topo con Harold, quien viene llegando. Me mira con un aire de soberbia y sigue su camino, indiferente. De pronto, sorpresivamente aparece Primitivo, con la misma ropa de ayer pero sin corbata. Lo amonestarán, seguro. Sudoroso, sucio, se ve nervioso. ¡Me saluda amablemente! Me dice que necesita hablar conmigo, en privado. Le digo que pasemos a la salita de juntas, me dice que lo vea ahí a las nueve y media. La gente lo mira con curiosidad y Primitivo se dirige a su lugar como si nada pasara, aunque a leguas se ve que le ha ocurrido algo.

09:30
Entro en la salita de juntas. Primitivo ya está ahí, esperando; me pide que cierre la puerta. A estas alturas, estoy intrigadísimo. Este hombre nunca se había acercado a mí. esto era insólito. Nos sentamos a la mesa y le comento que tengo mucho qué hacer, que en qué le puedo ayudar.

"Necesito pedirte un favor enorme, mi hermano...", me dice.

¡Mi hermano! ¡Vaya, vaya! Resulta que ahora soy "su hermano". Por supuesto, mi curiosidad crece. "¿Dime, en qué te puedo ayudar?", le pregunto con genuino interés.

Primitivo me relata su problema. Ayer se fue de fiesta. Conoció a una mulata "de miedo, mi hermano", de acuerdo con sus propias palabras. Fueron a una discotheque, de ahí al bar y bueno, pues una cosa llevó a la otra y tal, pues Primi terminó en un cuarto de hotel con la señorita en cuestión. ¡Gol! No niego que me dio un poco de envidia.

Lo grave del asunto para él, es que no se dio cuenta nunca de la hora, no avisó en su casa, por lo que su mujer estaba angustiadísima. La llamó en la mañana y le vomitó la primera mentira que se le ocurrió: El mexicano (o sea, yo) se había enfermado, me tuvo que llevar al hospital de urgencia, él se hizo cargo de todo (le dijo que ahora éramos buenos amigos); en el hospital le solicitaron atentamente que apagara su celular, y lo hizo, pues Primi es de lo más decente. Cuando se dio cuenta, había transcurrido toda la noche y pues, ¿para qué perder más tiempo?, se dirigió directamente a la oficina.

Cualquier persona con dos milígramos de materia gris se daría cuenta de la burda mentira, pero parece que la esposa de Primitivo compró la historia. El problema residía en que mi sana persona (una rodilla latosa y dos endodoncias pendientes no me califican como enfermo de hospital) está en la oficina, trabajando.

Primitivo quiso arreglar los pequeños desperfectos de su mentira, y agregó que me dieron de alta esa misma noche, que lo mío había sido una fuerte indigestión y que en el transcurso del día de hoy me sentiría mejor. El problema radicaba en que si la señora llamaba y preguntaba por mi estado de salud y le decían que aquí estoy, entonces él se vería en un lío astronómico.

"Descuida, mi hermano...", le dije, haciendo énfasis irónico en lo de la recién adquirida hermandad. "No llamará". Pues nada, el favor que Primi solicitaba de mí es que yo llamara a su mujer, le diera explicaciones y así quedaría zanjado el asunto.

No me dio tiempo de pensar, menos de responder.

9:48
Estoy con la boca abierta procesando la información cuando la puerta de la salita de juntas se abre. Primitivo y yo pensamos que se trata de harold, quien viene a llamarnos la atención. Una cabeza se asoma y descubrimos que no es la de harold. Es la esposa de Primitivo, quien me mira de arriba a abajo, me escudriña como si me fuera a comprar. Me pongo de pie, digo "con permiso de ustedes" y los dejo solos en la salita de juntas.

09:55
Todos los que trabajamos en esta honorable oficina estamos atentos a la gritería que se escucha desde la sala de juntas. La voz cantante es la de la esposa de Primi. De él se oyen lamentos, excusas, frases entrecortadas.

09:58
harold se da cuenta de que algo malo ocurre y se pone de pie, molesto; se dirige a la sala de juntas. Abre la puerta e intercambia algunas palabras con ellos. harold regresa a su lugar.

10:05
Previendo una catástrofe, abro mi cajón y saco un caramelo. Reinicio mi computadora. Inmediatamente después, harold me mira solicitando su premio. Le entrego el caramelo y me da las gracias. Se trataba de endulzarle un poco el momento.

10:12
La esposa de Primitivo sale de la sala de juntas a toda velocidad. Primi sale detrás de ella, en actitud suplicante, aún emitiendo frases entrecortadas y disculpas a medias. La señora me mira con odio y al pasar junto a mí deja salir la palabra "canallas". Yo trago saliva.

Ambos salen de la oficina dando un portazo.

10:14
harold se dirige a nosotros diciendo que no ha ocurrido nada, que todo está bajo control.

11:15
Hora de ir a almorzar. harold está pegado al teléfono hablando con quién sabe quién; reinicio de nuevo mi computadora para forzarlo a interrumpir su conversación y lo hace, en espera de su dulce premio, el cual le doy de inmediato. Hace meses que no lo gratificaba dos veces un mismo día. Me pongo el abrigo y al pasar por el escritorio de Primitivo, veo que su celular, su IPod y sus cosas siguen ahí, intactas. La punta de una corbata asoma de un cajón.

11:49
Estoy de regreso en la oficina, sin que haya ocurrido nada digno de relatar. Así pasa el resto del día.

17:30
No se supo más de Primitivo. Ha terminado la jornada laboral y me dispongo a ir con Lucy para que me diga honey y después al bar del alemán a tomar una cerveza. Sólo una, hoy sí es en serio. Honestamente, me he quedado preocupado. En el escritorio de Primitivo quedan las cenizas de su día.

1 comentario:

Mercedes Ridocci dijo...

¡Pero que tierno es este personaje!
Me encanta.
Eso sí, a ver si alguna noche el también se encuentra con una bella y redondeada mulata, y como el no tiene que dar explicaciones a nadie, pues de maravilla.